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la llama

 

 

Era el año 1947, después de la guerra, el tratado de paz había sido firmado por todas las naciones desde hace cinco años. A la República de Kardekinski se le otorgó el control del mercado del chocolate, convertiéndose en el único Estado autorizado para producción y frabricación del precioso chocolate. La paz reinaba soberana.

 

La chica estaba jugando ajedrez contra un temible adversario, ella misma. En el momento justo de cumplir la partida que la habría hecho inmobilizar al rey adversario en tres movimientos, cuando se escucha el timbre del teléfono sonar.

 

Con fastidio Yoyoli De Menzie, agente de los servicios segretos de Kardekinski desde el caso en el cual robaron el proyecto de los conos de helado, decide responder a la llamada. Del otro lado de la bocina estaba el funcionario de seguridad ciudadana.

 

“¡Es una caso urgente, parece no tener solución, le ruego, venga al Palacio de Cristal, de inmediato, no hay tiempo que perder!”

 

Minutos depués, Yoyolí se encontraba en la oficina de Casos Especiales.

 

“¡Oh! Finalmente está aquí Yoyolí De Menzie, como le decía al teléfono, nuestra famosa hora del Chocolate está en peligro, lo expertos de chocolate de la calle Cacao fueron secuestrados. Además la Federación de Curcuma nos ha enviado un oficio donde nos señala que sus habitantes se han vuelto locos, casi dementes por no poder celebrar la Hora del Chocolato. La situación es grave, nos han dado un ultimatum de 48 horas para que empecemos a proveerles de chocolate, de lo contrario iniciarán a bombardearnos con chochitos de colores. ¡Es terrible!, ¿lo entiende? Tendremos que salir de casa, de la escuela, del trabajo, con casco...” -dice el funcionario, saltando nervioso sobre la silla.-

 

“Funcionario, digáme, ¿cómo sabe que los expertos del chocolate fueron secuestrados? Tal vez pasaron de la parte del enemigo...” -replicó Yoyolí.-

 

“De Menzie, en los negocios de chocolate nuestros agentes encontraron las evidencias del secuestro:

 

gorros y guastes de cocina tirados, máquinas de chocolate girando a caso, dulces y chocolates sobre las mesas de trabajo sin ser terminados, huellas de chocolate por todos lados...”

 

“¿Funcionario,tienen en mira algún sospechoso?”

 

“No, De Menzie, nadie en manera particular”

 

“Mmmmm...”

 

“Está vez le designaré un asistente, porque además de ser perspicaz, necesitaremos de un gran olfato. Agente Kafka, haga entrar al asistente Carmín”

 

El funcionario hizó señas a un hombre con volto inexpresivo que se encontraba en un ángulo de la oficina.

 

“Sr. Funzionario, señorita Yoyolí... El agente Carmín” Kafka abrió la puerta, dejando entrar a Carmín, una perrita lupo de color blanco que tenía unos ojos muy vivaces.

 

“De Menzie, tengo el placer de presentarle al agente Carmín

 

¡Guauu, guauu! El agente dió algunos ladridos para saludar coordialmente a Yoyolí.

 

“¡Me da mucho gusto que trabaje a mi lado, estoy segura que formaremos un gran equipo! Sr. Funcionario, cada minuto es precioso, nos disculpe, pero tenemos que irnos inmediatamente a trabajar, este caso ya no puede esperar”

 

Yoyolí abrió la puerta e invito a Carmín a seguirla.

 

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